Ciclo anual sobre política, arte y cultura de masas Bienvenidos a 1968

En una entrada de su diario del año 1998, Alan Pauls anota, el 21 de septiembre: “una idea; un club de fanáticos de un año de este siglo. un año cualquiera, ni siquiera alguno particularmente significativo. lo saben absolutamente todo sobre ese año, festejan las efemérides correspondientes, etc., en el sitio de Internet dice: bienvenidos a 1936, toda la historia del mundo se reduce a la historia de ese año”.
Y, como en el azar objetivo que proclamaban los surrealistas, leímos esa entrada del diario, un poco a la distraída, cuando estábamos pensando en 1968, un año que, al revés que el de los fanáticos imaginados por Pauls, es uno especialmente significativo del siglo pasado por su concentración de signos que hasta entonces –salvo, posiblemente, en el vínculo poderoso pero temporalmente exiguo establecido entre los constructivistas rusos y la revolución bolchevique– habían sido consecuentemente excluyentes: vanguardia política, vanguardia estética y masividad.
Mientras pensábamos, entonces, en una reflexión política, estética y cultural sobre 1968, el texto de Pauls nos dio un título y una forma. El título, Bienvenidos a 1968. La forma, pensar que durante este año, durante parte de este año, nuestro centro cultural se convertirá en un lugar donde sucederá un año: 1968.
Es posible que 1968 sea, sobre todo, el mayo francés. Pero el mismo mayo francés es, en perspectiva, una construcción simbólica que concentra sucesivas revueltas estudiantiles (Frankfurt, Bruselas, Milán, Santiago de Chile, Dakar, La Paz, Madrid, Montevideo, ciudad de México, entre muchas otras), y esas revueltas estudiantiles, a su vez, no caben en nuestro imaginario sin una música de fondo: la del Álbum Blanco de Los Beatles, la de Manal, la de Miles Davis, la de Caetano Veloso en Londres, la de Leonardo Favio y, también, la del Festival de San Remo, y esa música, a su vez, está obligadamente acompañada por imágenes –de Pasolini, de Godard, de Cassavetes, de Roger Vadim, de Nicolás Sarquis, de Pino Solanas, de Armando Bo, de Kubrick, de Polanski– y esas canciones y esas películas, finalmente, suceden en un mundo políticamente vertiginoso, en el que los evidentes avances de la reacción –los asesinatos de Robert Kennedy y de Martin Luther King, la masacre de Tlatelolco, el ingreso de los tanques soviéticos en Praga– se envenenan con la revuelta estudiantil, con el espectacular rechazo a la política en Vietnam del gobierno de los Estados Unidos, con la creación, en la Argentina, del ala disidente de la CGT, encabezada por Raimundo Ongaro y cuyo diario redactaba Rodolfo Walsh y en cuya sede rosarina de la calle Córdoba se inauguró el 3 de noviembre de, naturalmente, 1968, la exposición Tucumán Arde que marca un punto de inflexión en las relaciones entre cultura, arte y política, que ya no pudieron volver a ser planteadas como antes de esa intervención y cuyo marco general –claro, 1968– es él mismo sometido a una pregunta de la historia: eso, exactamente, ¿qué fue?: ¿un acontecimiento político, artístico, cultural? ¿Una de esas cosas manchada por las otras? ¿las tres cosas a la vez? Y, por otra parte, ¿eso que fue 1968 fue una novedad que sigue siendo una novedad o apenas una moda a la que, por su misma condición, nunca le tocó el carácter de lo nuevo?
Roberto Carlos ganó la edición de 1968 del festival de San Remo con una premonitoria canción llamada “Canzone per te”, que empieza diciendo “La festa appena incominciata e già finita” verso que, de alguna manera, augura, sincrónicamente, la pregunta contemporánea sobre 1968: ¿Fue 1968 una fiesta que terminó al empezar o, al revés, se proyecta hoy en las manifestaciones de lo absolutamente contemporáneo?
Bienvenidos a 1968 es un ciclo de política, cultura, arte, en el que habrá exposiciones, proyecciones, con- ciertos, debates, sonidos, intervenciones, con cuya suma esperamos estimular algunas respuestas provisorias a cada una de estas preguntas.
Texto: Martín Prieto
Presentación del ciclo: sábado 5, a las 21, gratis, en Túnel 4. Con Alan Pauls y Martín Prieto.
Proyección del video “1968 en Youtube”, edición de Fernando Romero.
Concierto de Pablo Dacal, interpretando el LP Fuiste mía un verano, de Leonardo Favio.